
Avergüenza ver que en la jodidez moral, económica y el término que usted quiera ponerle, ni siquiera hemos sido capaces de evitar que en un semáforo un chamaco haga malabar y medio para que le regalen unos cuántos pesos.
El chico, tiene que “talonearle” porque las promesas de los políticos que tanto ha escuchado, por desgracia, casi nunca se materializan.
Nuestros gobernantes, sean épocas de campañas o no, siempre andan con un séquito fenomenal -¡click, click, otra fotito por acá, mi lic!- que están al pendiente de un abrazo o un beso que inmortalice ese instante que a la postre signifique una considerable cantidad de votos.
La gran jefa, o el gran jefe, tienen para e$o y para más, !que caramba¡, póngale el nombre del gobernante que usted quiera, da lo mismo.
Nuestras “Cacas” grandes, se toman fotografías de todos los ángulos posibles para impresionar al monstruo de las mil cabezas, al multicéfalo, como dirían los clásicos.
¡Ah, preciosas tomas fotográficas!
Bonitos peinados, bonitas pestañas, bonitas barbas a medio rasurar…!
¡Chulada de servidores públicos!
Ojalá y así fueran de efectivos en la función que les fue encomendada!
A los gobernantes no se les exige que resuelvan todo, se les obliga que sean más efectivos en lo básico y que dejen el wiri-wiri, que, comprobado está, vale un soberano cacahuate.
La moda, es mala consejera, ¿he?.
¡Ahhhh!, y lo más importante, están supeditados a la historia.
Y con ese pedigrí, comprobado universalmente está, no se juega.
Ni modo de hacer trampa con ello.
El recuento, la memoria, no admite cuentos con finales felices.
Los balines, los chafas, están muy bien identificados.
Y, ¡snif!, para colmo, no tienen remedio, son igualitos a los que tanto satanizan.
De piel fina, ultra sensible, se incomodan con la crítica en vez de intentar enmendar sus muy garrafales desaciertos.
Menos fotos, menos declaraciones, y eso sí, más acciones, por fa, claro, si no es mucho pedir.(Nico Lizama)